Superadas las reticencias que provocó su nombramiento y las dudas que se originaron tras los tropiezos de la selección en los primeros partidos con el alemán en el banquillo, Klinsmann ha terminando ganándose el respeto con su trabajo. Y con resultados. Con su cómoda clasificación para el Mundial, con el triunfo en la Copa de Oro 2013 o con ese récord de 11 victorias consecutivas, cifra que nunca antes había alcanzado Estados Unidos. Llega al Mundial con el objetivo de igualar, al menos, el pase a octavos de final conseguido en 2010.
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